La seguridad de Skype

Todas nuestras comunicaciones telefónicas han sido siempre susceptibles de interceptación. La mayoría son en «texto llano», es decir, sin cifrar. En los años 90, la telefonía GSM se popularizó, pero su cifrado es incompleto (solamente desde el teléfono hasta la antena más cercana) y débil. Los teléfonos de tercera generación tienen un cifrado mucho más resistente, pero dispone de sistemas especiales para permitir la «interceptación legal», un eufemismo para recordarnos que el Estado puede poner la oreja siempre que quiera.

En los últimos años se ha desarollado una pequeña gran revolución en la telefonía: la VoIP (Voz por IP). Básicamente, se trata de usar los protocolos de Internet para «trocear» las conversación y enrutar los paquetes. Entre dichos sistemas, el más popular es el conocido como Skype. Se trata de un programa que convierte cualquier ordenador en un teléfono por Internet. Ambas partes establecen contacto directo sin necesidad de estaciones conmutadoras. Sus paquetes viajan como los de las redes peer to peer (p2p), lo que los hace mucho más seguros en términos de anonimato y privacidad (de hecho, sus creadores ya habían desarrollado el programa de intercambio de archivos Kazaa) y mucho más difícil de interceptar. Y, por si fuera poco, tiene cifrado fuerte de un extremo a otro. Es, de hecho, tan popular, que algunos teléfonos móviles lo están incorporando.

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