
Lo dijo Aristóteles, Cicerón y Shakespeare: hay que hablar claro. Pero no sirvió de nada. La mayoría de las compañías y administraciones españolas redactan contratos y documentos incomprensibles. ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué no emplean un lenguaje sencillo y eficaz para comunicarse con los ciudadanos?
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