
No sabían qué estaba pasando. El equipo se dañaba constantemente, pero la causa era un misterio.
Lo reemplazaban, pero volvía a ocurrir.
Transcurrió un año antes de que se descubriera que el problema era que un gusano informático llamado Stuxnet había infectado los sistemas electrónicos de la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz, en Irán.
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