Fraudes complejos y fraudes simples

En un mundo donde se ha ido profesionalizado progresivamente el crimen, especialmente el que está relacionado con los delitos tecnológicos, somos muchos los que hacemos referencia a la complejidad creciente de la actividad delictiva, y a cómo se apoyan los delincuentes en la igualmente creciente sofisticación tecnológica.

Sin embargo, en numerosas ocasiones los fraudes más efectivos son los más simples, y no necesitan de complejas organizaciones del crimen soportando sus actividades. Creo que a estas alturas no hace falta sacar a la palestra el timo de la estampita para ejemplificar un caso de sencillez en la ejecución de un fraude. Con relación a esta simplicidad, Schneier comenta el último caso de lo que muchos considerarán inversímil, pero que por desgracia, acaba aconteciendo. Tiene que ver con tarjetas, uno de los principales focos de fraude existentes en la actualidad.

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